Monthly Archives: January 2014

The Journey

On making changes in life. On the new year. For inspiration.

The Journey

One day you finally knew
what you had to do, and began,
though the voices around you
kept shouting
their bad advice–
though the whole house
began to tremble
and you felt the old tug
at your ankles.
‘Mend my life!’

each voice cried.
But you didn’t stop.
You knew what you had to do,
though the wind pried
with its stiff fingers
at the very foundations,
though their melancholy
was terrible.
It was already late
enough, and a wild night,
and the road full of fallen
branches and stones.
But little by little,
as you left their voices behind,
the stars began to burn
through the sheets of clouds,
and there was a new voice
which you slowly
recognized as your own,
that kept you company
as you strode deeper and deeper
into the world,
determined to do
the only thing you could do–
determined to save
the only life you could save.

Mary Oliver

Los Afectados

To add to the interviews I did last week, below is an interview that speaks about the drug war in Mexico and particularly about the Movement for Peace with Justice and Dignity and the importance of hearing their calls for reform.
6.1.14 by Cecilia Alvarez

“>Varias plantas en el centro de crecimiento de marihuana de O Pen Vape, en Denver (EEUU).

Varias plantas en el centro de crecimiento de marihuana de O Pen Vape, en Denver (EEUU). Foto: Laressa Watlington, Efe

Los afectados

Investigadora en políticas de drogas evalúa posibles cambios a nivel internacional a partir de experiencias de despenalización.

Zara Snapp es mexicana, pero vivió en el estado de Colorado, Estados Unidos, desde los nueve hasta los 25 años. Hizo la licenciatura en Políticas Públicas en Colorado y más adelante la maestría en Harvard, y se ha especializado en investigación en políticas de drogas, además de trabajar en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad de México, que nuclea a familiares de víctimas de la guerra contra las drogas. Desde México, evaluó los cambios que implica la propuesta de regulación de la marihuana aprobada en Uruguay y la recién estrenada legalización de la marihuana recreacional en Colorado. Asegura que los cambios en materia de

política de drogas deben surgir desde América Latina.

Aunque ya no vive en Colorado, su familia todavía reside allí. Snapp se ha dedicado a hacer un seguimiento de cómo ha funcionado en los primeros días la venta de marihuana para usos recreativos en ese estado. El primer día, las 24 tiendas que tienen licencia para comercializar marihuana tuvieron ventas por un millón de dólares. Cuenta que, aunque todavía persisten las largas filas en los comercios, todo se ha desarrollado con normalidad. “Uno de los dueños me comentó que el único problema fue que una persona que estaba muy borracha intentó sumarse a la fila”, apuntó. En Colorado, los no residentes pueden comprar marihuana, pero en menos cantidad que los residentes. Snapp estima que eso provocará un aumento del turismo en general. “Lo mismo ha pasado con la marihuana medicinal: mucha gente ha ido a Colorado, muchos padres con hijos con epilepsia”, comentó.

La académica considera que la propuesta de regulación de la marihuana que aprobó Uruguay “está muy bien hecha”, ya que desde el inicio “incluyeron a muchos actores que podrían tener una perspectiva diversa sobre el tema”. “Siento que el debate se profundizó mucho, Uruguay hizo su trabajo”, aseguró. Consideró que “la gran diferencia” con la forma de regulación en Holanda o los clubes cannábicos en España está en que Uruguay propone regular “todo el mercado”, no sólo despenalizar el consumo.

Snapp le augura éxito a la iniciativa, principalmente porque considera que la mayor parte de los consumidores de cannabis “van a querer tener un producto de mejor calidad, van a querer tener ciertos derechos, van a querer poder exigir algo de las autoridades y de las instituciones y no estar arriesgándose y poniéndose en situaciones vulnerables. La gente que consume se va a sentir mucho más segura”, por lo que estima que se reducirá el mercado ilegal de marihuana. Asegura que el hecho de que el precio de la marihuana vaya a ser similar a la del mercado negro también colabora con esto. “Mucha gente va a cambiar totalmente su mercado. En Colorado lo vamos a ver. Si puedes disminuir ese mercado del 100% al 10%, es un gran logro”, dice.

Las víctimas

Desde una realidad distinta a la uruguaya, la académica y activista enfatiza que el debate sobre política de drogas debe ser un debate sobre derechos humanos, en el que se deben tomar en cuenta las consecuencias de la guerra contra las drogas. El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad surgió con fuerza en México en 2011, después de que el hijo del poeta mexicano Javier Sicilia y seis amigos fueran asesinados por bandas del crimen organizado. En ese entonces se hizo una marcha en silencio con más de 100.000 personas desde Cuernavaca (estado de Morelos) hasta Ciudad de México. Así surgió el “movimiento más importante de víctimas, que empezaba a hablar de cambiar la estrategia de militarización, de cambiar la política de drogas y de construir una ruta hacia la paz y construir la memoria, a diferencia del gobierno, que ha trabajado en disminuir el valor de la gente que ha muerto, porque dicen: ‘Seguro estaba involucrado en algo’. Es dar rostro y voz a las víctimas que hemos tenido en México”.

La guerra contra las drogas, la confrontación militar al crimen organizado, se vive efectivamente como una guerra en muchos estados mexicanos. “No hemos podido enseñar, ni a México ni al mundo, que le puede pasar a cualquiera, que no tiene que ver con tu ocupación o el estatus socioeconómico, sino que estamos en una guerra”, explica Snapp. Las estimaciones señalan que en el primer año del gobierno de Enrique Peña Nieto hubo más de 18.000 muertes por violencia, muchas de las cuales son consecuencia del crimen organizado o del conflicto entre las autoridades y el crimen organizado.

En México hay “varios estados en los que el gobierno no está funcionando, por el poder que tiene el crimen organizado”, señala Snapp, problema que desde hace años pone en cuestionamiento al gobierno mexicano. La pregunta, desde la perspectiva de quienes trabajan en política de drogas, tiene que ver con la alternativa planteada por Uruguay: “¿Cómo puedes quitar los medios que ellos [el narcotráfico] tienen para que los recursos del gobierno vayan a los crímenes que afectan en realidad, en vez de estar enfocados en la incautación, en la persecución de usuarios de sustancias? ¿Cómo separar eso y dar más recursos a las comunidades afectadas [por los secuestros, los homicidios y las consecuencias de la violencia]?”. Lo difícil, según la especialista, es pensar cómo aplicar una propuesta de regulación como la uruguaya a un país con más de 120 millones de personas y un narcotráfico mucho más poderoso. “Pero al mismo tiempo el gobierno regula muchos productos del mercado, y es mejor poner confianza en el Estado que en el narcotráfico”, señala.

Desde acá

En 2016 habrá una sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas para discutir la política de drogas, solicitada por Guatemala, México y Colombia. “La última fue en 1998 y entonces se hablaba de ‘un mundo sin drogas’. Muchos años después, vemos que no ha funcionado la estrategia, y ahora tenemos varios países desafiando los tratados. El trabajo que Uruguay está haciendo en anticipación a esa reunión creo que es muy importante”, señala Snapp. Los países que solicitaron la reunión ahora deben presentar nuevas propuestas y construir la agenda, que para la activista tiene que apuntar a “hacer que los derechos humanos sean superiores al control de drogas, no enfocarnos en cómo controlar las sustancias”.

Destaca también el trabajo de la Organización de Estados Americanos, que ha puesto en discusión varias propuestas sobre políticas de drogas, y espera que los países de América Latina puedan “ser pioneros” en llevar una propuesta unificada, “para que se entienda que es la región más afectada por la guerra contra las drogas”. “Las convenciones y los tratados no están funcionando, no son relevantes. El tratado más importante es de 1961 [la Convención Única sobre Estupefacientes], y estamos en un mundo muy distinto: son mercados globalizados, que es necesario confrontar a nivel internacional, con países corriendo riesgos y afirmando que van a hacer algo distinto”, asegura. Destaca que Bolivia fue el primer país en “desafiar” la convención, al reclamar que se eliminara de la lista de estupefacientes la hoja de coca, por ser parte de su cultura. Considera que Uruguay “lo está haciendo ahora”, y espera que “tengamos otros países”. “Antes todos estaban de acuerdo, pero ahora están diciendo que no hay un consenso”.

En ese sentido, la experiencia que lleve el sistema de regulación uruguayo será importante. Snapp confía en que, “por lo que hemos visto con la marihuana medicinal, la iniciativa va a tener éxito y van a poder enseñar que no ha aumentado el consumo, que es lo que siempre dicen”. Asegura que las leyes que despenalizan el consumo “no tienen efectos de aumento de éste consumo”. Cita el caso de Holanda, donde el consumo de sustancias en jóvenes ha disminuido en comparación con el de Alemania y el de Portugal, donde a partir de la descriminalización de las drogas, que comenzó a aplicarse en 2001, el consumo de marihuana en jóvenes no ha aumentado.

El caso uruguayo se utilizará como bandera para que la ONU flexibilice sus tratados

Last week, I did some interviews with the uruguayan media on drug policy reform, the implementation of legal marijuana in Colorado and the current situation in Mexico. For posterity’s sake, I decided to post them below. You can find a direct link here. Thanks to Paula Barquet for providing the opportunity.

“Creo que hay una ola legalizadora de la marihuana”, dijo Zara Snapp, experta en política en drogas

+ Paula Barquet @PaulaBarquet – 05.01.2014, 10:58 hs –

El caso uruguayo se utilizará como bandera para que la Organización de Naciones Unidas (ONU) flexibilice sus tratados, contó a El Observador la méxicana-estadounidense Zara Snapp, egresada de Políticas Públicas de Harvard y activista por la regulación de la marihuana y otras sustancias. Para ella, Uruguay demostró con su ley que la “guerra contra las drogas”, adoptada por la ONU y sus países miembros hasta el momento, “no ha funcionado”. En 2016, cuando se realice una sesión extraordinaria de esta organización internacional para discutir las políticas sobre drogas, Uruguay será la estrella, junto a Colorado y Washington (Estados Unidos). Snapp espera que también acompañen México, Guatemala y Colombia, países que actualmente están debatiendo si legalizar o no.

¿Qué postura prima entre los académicos y especialmente en Harvard respecto a la legalización de la marihuana?

Creo que a nivel académico, los que hablan de regulación o legalización son muy pocos porque la mayoría de la gente no toca el tema de políticas de drogas. Solo hablan los que trabajan en justicia criminal, porque en Estados Unidos el tema más urgente es la encarcelación masiva. La mayoría son afroamericanos y latinos, por lo que subsiste un tema racial y ético muy importante dentro de la discusión. Algunos de lo que salieron de Harvard hablan de la necesidad de bajar penas para el consumo de drogas. En definitiva, creo que hemos visto en los últimos tres años un cambio entre los académicos, que se animan a hablar de esto y vincularlo a otros temas. Por ejemplo, en México, vincularlo a la criminalización y militarización como una violación a los derechos humanos. Pero todavía no se sienten muy seguros.

Desde el punto de vista académico, ¿se considera que Uruguay, Colorado y Washington, van por el buen camino?

En Colorado han hecho estudios en particular sobre cuáles serán las consecuencias de la política y cómo empezar a disminuir los posibles daños de una ley así. En Washington también contrataron a una empresa de consultores para hacer el análisis de costo-beneficio y cuánto necesitan producir. Estos estados han hecho el trabajo de incluir a los académicos.

En términos generales, ¿a su entender cuál de esas es la mejor normativa?

Creo que Colorado ha hecho un buen trabajo. Me gusta la forma de integración vertical, en la que uno vende lo que cultiva. Tú sabes exactamente qué tienes en tu tienda. Creo que Colorado ha ido unos pasos más allá de lo que dice la ley porque sabe que todo el mundo está viendo qué van a hacer, y quieren asegurar que va a ser muy bueno. Creo que es parecido a lo que hará Uruguay porque allí también están siendo muy cautelosos. Saben que es importante que todo salga bien. Hemos visto que en Colorado, donde hace dos días empezaron a vender marihuana recreativa, dicen que no hay ningún problema. Solo filas largas, pero todo está calmado. No ha habido ningún efecto negativo que lleve al gobierno a arrepentirse. En un día recaudaron US$ 1 millón. El gobierno está monitoreando las ventas porque los impuestos serán muy altos. Se ve que la gente quiere acceder al mercado legal igual, porque tienen derechos y pueden exigir mejor calidad.

La ONU tiene una postura contraria a este tipo de políticas.¿Qué importancia tiene para usted?

Es interesante que la ONU tenga esa postura, porque quienes trabajan para la ONU lo hacen para los Estados miembros, entre ellos Uruguay. Es muy importante que Uruguay esté desafiando el tratado internacional de 1971, porque eso significa que no ha funcionado. Hasta ahora, la ONU ha trabajado con un esquema de consenso: ‘todos estamos de acuerdo y por eso seguimos con lo mismo’. El primer país en decir que no estaba de acuerdo fue Bolivia, cuando aseguró que la hoja de coca era parte de su cultura y no dejaría de masticarla por un tratado internacional. Fue el primer desafío. Ahora Uruguay está protagonizando el segundo desafío al decir :“¿Saben qué? La guerra contra las drogas no está funcionando, la región más afectada es América Latina y como país vamos a experimentar”. Es un gran paso en anticipación de una reunión que se hará en 2016: la asamblea general en sesión especial sobre drogas. Será muy importante el caso de Uruguay, y espero que México, Guatemala y Colombia sigan avanzando en estos años. Son los que han dicho en la región que hay que hacer algo diferente. Ellos deberán resolver qué propuesta llevar a esa reunión. Porque, al final de cuentas, lo que sucederá es que más países se van a ir sumando a la regulación de las sustancias y eso va a generar que la gente pueda ver que no todos los Estados están de acuerdo con los tratados. Más bien, lo que hay que hacer es armonizar los tratados de derechos humanos con los de drogas, porque muchos están en conflicto. Los derechos humanos deben ser superiores.

¿Podría mencionar uno de esos conflictos?

La pena de muerte para traficantes. No puede verse como un logro en el control de drogas.

¿Cuál será el eje de la reunión de 2016? ¿Qué está en juego?

La última reunión de esta magnitud fue en 1998 y el lema era “un mundo sin drogas, sí se puede”. Ahora vemos que se están cambiando las perspectivas y las opiniones. No será posible un mundo sin drogas, y es mejor trabajar con lo que tenemos. Creo que más bien lo que vamos a llevar a la asamblea es que no hay consenso en los tratados, que hay países y estados que han reformado sus leyes, y que eso está bien. Si podemos salir de esa reunión con un acuerdo de que cada país tiene soberanía de implementar las políticas que funcionan para su país, eso será un gran logro.

Hay perspectivas legalizadoras en otros países. ¿Cuáles?

Además de México, Guatemala y Colombia, Argentina, con nuevas autoridades, está diciendo que es importante ver lo que hace Uruguay. En Chile también se discute la necesidad de permitir el autocultivo. También Marruecos está discutiéndolo. Es muy interesante ese caso y veremos cómo sigue.

¿Se puede hablar de una ola legalizadora?

Yo creo que sí. Hace cinco años no había este reconocimiento de que la estrategia de guerra no está funcionando y, más bien, nos está retrasando. Hace cinco años no esperábamos esta ola. Creemos que es mejor que el Estado tenga el control de un mercado, antes que el crimen organizado.