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Regular todas las sustancias psicoactivas: una propuesta racional

Jun 22 2017, 5:17pm

En vez de seguir en una ruta de criminalización, guerra y violencia, deberíamos buscar la paz, la justicia y un reconocimiento de la realidad.

Por ZARA SNAPP and JORGE HERRERA

Este artículo forma parte de la campaña Apoye. No Castigue que busca visibilizar los abusos y las violaciones a los derechos humanos cometidos en el nombre del combate al narcotráfico, así como difundir de estrategias innovadoras basadas en salud que ayuden a la reforma en la política de drogas. Las opiniones en este artículo son a título de los autores.

El mundo sigue avanzando en la regulación de los mercados de cannabis. Lo hemos visto en Estados Unidos, que ahora tiene nueve estados con cannabis para uso adulto (o recreativo). El gobierno uruguayo ha anunciado que van a empezar a vender cannabis para uso personal en las farmacias en julio. Otros países como Colombia y Jamaica van avanzando en sus modelos de cannabis medicinal. Hasta México pasó una ley, muy débil por cierto, para poder importar y algún día producir productos farmacológicos de cannabis, aunque seguimos en espera de los criterios de la Secretaría de Salud.

Vemos que el mundo está cambiando. Vemos que la regulación puede ser una alternativa a las políticas punitivas basadas en guerra, discriminación y miedo. Sin embargo, seguimos viviendo en un mundo donde hay un escepticismo hacía la mariguana, y ni hablar de otras sustancias. “Lo mío esta bien, pero lo tuyo es malo”. “Esto es mi medicina, es una planta sagrada”. Y está bien. Que cada quien determine qué quiere hacer con su cuerpo y cómo quiere alterar su conciencia, dentro de ciertos límites como no dañar a terceros y no promover el consumo en menores de edad. Hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha reconocido el derecho constitucional del consumo de sustancias vinculado a los derechos del libre desarrollo de la personalidad, autodeterminación y libertad individual, todos en relación con el principio de dignidad humana, así como del derecho a la disposición de la salud, con el fallo de noviembre 2015 sobre el cultivo de cannabis para consumo personal.

A veces lo que falta son propuestas más allá del cannabis. Por eso, muchos de nosotros abogamos por una regulación de todas las sustancias, entendiendo que la regulación es la propuesta más sensata, mientras que la idea de poder prohibir el consumo es algo radical que nunca se va lograr. En vez de seguir en una ruta de criminalización, guerra y violencia, buscamos la paz, la justicia y un reconocimiento de la realidad del consumo a través de la regulación.

En nuestra vida cotidiana, los gobiernos y las sociedades regulan productos que conllevan riesgos (veneno, café, alcohol), y conductas que pueden ser peligrosas (manejar coches). Aunque el Estado tiene sus debilidades (y el estado mexicano tienen más aún), es preferible que el estado regule estos riesgos, y no el crimen organizado. Después de años de investigar y estudiar el tema, estamos convencidos que una regulación responsable es la mejor manera de proteger y defender los derechos de las y los usuarios, además de reducir los ingresos del crimen organizado; liberar los recursos gubernamentales que hoy en día se gastan en la erradicación, persecución y encarcelación de personas; y reducir los posibles riesgos del consumo mientras aumentan los posibles beneficios. Por estas razones y muchas más, proponemos lo siguiente en cómo regular las sustancias hoy en día ilícitas.

Cómo regular MDMA para uso adulto o terapéutico:

MDMA o éxtasis es un estimulante que induce una sensación de euforia e intimidad con los demás, aumentando los niveles de serotonina, dopamina y noradenalina. El gobierno de EU lo ilegalizó en 1985 y es una de las sustancias más usadas en los espacios de fiesta u ocio. Según la Encuesta Global de Drogas, 18.8 por ciento de los encuestados (todos usuarios de sustancias legales o ilegales) habían consumido MDMA en el último año. En general, suele ser la sustancia sintética más popular en el mundo, sin altos niveles de toxicidad, ni dependencia o síndrome de abstinencia. Lo más peligroso de consumir MDMA tiende a ser los adulterantes que agregan a la sustancia como metanfetaminas o cafeína. En los casos de sobredosis, normalmente está vinculado a las condiciones de consumo como alta temperatura, no haber tomado suficiente agua o no tener suficiente ventilación. Bajo un modelo regulatorio, estos posibles riesgos podrían disminuir significativamente. Además, según un estudio del Reino Unido de 2009, hay poca evidencia a largo plazo de daño cerebral después de haber consumido MDMA.

Tomando esto en cuenta, sugerimos un modelo de regulación donde una farmacéutica podría producir MDMA en dosis individuales, pero donde uno puede fácilmente solo consumir la mitad. Las distintas dosis podrían estar en los rangos de 40-75 miligramos, 60-90 miligramos, 75-125 miligramos y 110-150 miligramos, dependiendo del tamaño y tolerancia de la persona. Todo en empaques que sean a pruebas de niños. La sustancia podría ser distribuida a través de farmacias, con un registro previo confidencial, después de haber tomado un curso sobre la sustancia, como se debe consumir, y prácticas para mitigar daños y aumentar los beneficios. El curso sirve como una base de conocimiento y cuando la persona lo compra en la farmacia, también le pueden dar un folleto sobre la sustancia. Además, hay mucha utilidad de esta sustancia para un uso terapéutico, especialmente para parejas o personas con condiciones terminales. Actualmente, la organización MAPS en EU está implementando estudios clínicos con el uso de MDMA en la psicoterapia para ayudar con el daño emocional del asalto, guerra, violencia, autismo y trastorno de estrés postraumático.

Como regular LSD para uso adulto y terapéutico:

El LSD forma parte de los alucinógenos y fue sintetizado por Alberto Hoffman en 1938. Fue usada durante varios años por parte de farmacéuticas como una sustancia con uso psiquiátrico hasta que finalmente fue prohibido por los EU en 1968. En México, fue la sustancia sintética más consumida en 2016, según la Encuesta Global de Drogas, con 31.9 por ciento de los encuestados consumiéndola. Igual que el MDMA, el LSD tienen muy bajos niveles de toxicidad y potencial dependencia. Hay vulnerabilidad si una persona tiene posibles problemas de salud mental, pero la sustancia en sí misma tiene bajos riesgos. Otra vez, le peligrosidad de LSD esta en los posibles adulterantes. Mucho del LSD que hoy en día se vende en el mercado es realmente NBOMe, una sustancia sintética con mayores niveles de riesgo, más barato de producir, que puede tener una dosis fatal, y que suele ser mucho más intenso. Con un mercado regulado, podrías imaginar que NBOMe dejaría de existir en el mercado porque se podría asegurar la calidad de la sustancia.

Un mercado regulado implicaría la producción de LSD en farmacéuticas, con venta en farmacias pero donde (otra vez), la o el comprador debería formar parte de un registro previo confidencial, después de haber tomado un curso sobre reducción de riesgos y daños, como aumentar el placer, la importancia de dónde y cómo se va a consumir. El precio sería fijo y sin fines de lucro. El empaque sería a prueba de niños y sin publicidad de cualquier tipo. Las dosis serían individuales con distintas categorías de microgramos (ug) de: 20-75 ug, 50-150 ug, o 150-400 ug dependiendo de la tolerancia y tamaño de la persona. El uso terapéutico también puede ser explorado ya que sabemos con evidencia que tiene un impacto positivo en personas con ansiedad, depresión o para tratamiento de alcoholismo cuando se administra con sesiones de psicoterapia.

Como regular la cocaína para uso adulto:

La cocaína es un alcaloide que actúa como un estimulante para el cerebro. Para poder elaborar la cocaína, se toman las hojas de la planta de coca (que desde hace cientos de años se usa para fines culturales, medicinales y terapéuticos), se transforma en una pasta base, y de ahí, se convierte en clorhidrato de cocaína (el nombre científico).

Mientras que generalmente la pasta base se produce en los campos de cultivo, por agricultores, el segundo proceso requiere de otros componentes químicos, por lo que su elaboración sucede en laboratorios, hoy en día clandestinos. Esto permite que se puedan incluir otro tipo de sustancias, como la cafeína o el polvo de talco, que a veces se utilizan para aumentar su potencia, pero otras veces buscan aumentar su volumen para aumentar el margen de beneficio del vendedor.

Un mercado regulado permitiría la producción de la cocaína en laboratorios farmacéuticos o instituciones de investigación (universidades) que tengan un convenio con el Estado, y por lo tanto, deben apegarse a rigurosos lineamientos de salubridad, para proteger al consumidor. El Estado estaría encargado de su venta en distribuidores especializados. En estos centros, se entregaría información con recomendaciones sobre las dosis, y la mezcla del producto con otras sustancias, permitiendo actividades de reducción de daños y asesoría profesional.

Se ha demostrado que cuando los usuarios están bien informados, entran en un esquema de autorregulación, en el que ellos mismos mantienen un uso moderado, ya que son conscientes de los posibles efectos adversos relacionados con el consumo. La Encuesta Mundial de Drogas indica que el 53% de los consumidores de cocaína en México, consumieron tan solo de 2 a 10 veces en el último año.

La regulación de la cocaína permitiría que el gobierno tuviera control y pudiera fijar los precios del producto, al tiempo que se asegura un ingreso a los agricultores que cultivan y producen la pasta base de la hoja de coca. Los centros especializados para su distribución, con actividades de reducción de daños, protegerían al consumidor a tal grado que permitirían que éste mantuviera un consumo autorregulado.

Como regular opiáceos para uso adulto y medicinal:

Los opiáceos son los alcaloides presentes en la resina de la planta de amapola. Hoy en día, según Naciones Unidas, México es el tercer productor a nivel global en amapola en el mercado ilegal. Se puede consumir opiáceos de muchas formas; algunos menos riesgosos como tomarlos en alcohol, fumar opio o en un té, y otras formas más riesgosas como una inyección de heroína. La forma de consumo tiene mucho que ver con los riesgos asociados con la sustancia.

Se podría plantear un mercado regulado para consumo adulto a través de productos derivados de amapola como té, que podría ser vendido como otros productos parecidos y a la vez, el mercado podría restringir otros productos como pastillas orales con prescripciones. Además, para los usuarios que ya han demostrado su consumo de heroína, se podría implementar un programa parecido a lo que existe en Suiza, donde hay terapia de heroína médica. Las personas que acceden al programa se registran de antemano y tienen la oportunidad de ir a un centro dos veces al día donde les suministran su dosis (la cantidad depende de su consumo), además de ofrecerles los posibles otros medicamentos que requieran. Asimismo, se implementarían programas de intercambios de jeringas, para evitar la transmisión de enfermedades por vía intravenosa. Los beneficios de estos programas han sido reconocido mundialmente, especialmente en su éxito de reducir tasas de VIH y ayudar a los usuarios a acceder a servicios de salud y sociales.

En el movimiento de reforma por una política a las drogas, el reflector ha estado postrado mayoritariamente en la necesidad de regular el mercado del cannabis. Sin embargo, vivimos en un mundo en el que la demanda de sustancias ha marcado con urgencia la obligación del Estado de proteger a los consumidores. Más allá de entrar al debate sobre el derecho a consumir, se trata de asegurar el derecho a la salud. Los gobiernos tienen la oportunidad de comenzar a configurar una política de drogas, desde una perspectiva de salud pública.

Existen alternativas eficientes, novedosas, y basadas en evidencia para la regulación de todas las drogas, que protegen a las y los usuarios, asegurando sustancias de calidad, estableciendo precios fijos y adecuadas al contexto. De esta manera, se evita el continuo enriquecimiento del crimen organizado mientras se implementan programas de reducción de riesgos y daños. Solo así, se podrá estar en control, y se podrá proteger a los ciudadanos de todos los efectos negativos del modelo prohibicionista actual, efectos que generalmente son más dañinos para la humanidad que el consumo mismo de las sustancias.

Zara Snapp es consultora en políticas de drogas y maestra en políticas públicas por la Universidad de Harvard y colaboradora en ReverdeSer Colectivo.

Jorge Herrera es director ejecutivo de Ágora México y internacionalista por el Tec de Monterrey. Colaborador en ReverdeSer Colectivo.

Como parte de la campaña Apoye. No Castigue, el domingo 25 de junio, en el Cine Tonalá, se llevará a cabo un foro sobre reducción de Riesgos y Daños de Espectro Completo para hacer un llamado a reformar la política de drogas. Conoce toda la información acá.